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Descansar, un derecho humano – y divino

En el cruce entre La Revolta y la Martagona (Melide), el peregrino que recorre el Camino Primitivo, ya muy cerca de Santiago de Compostela, se sorprenderá al encontrar una placa que contiene el artículo 24 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos:

Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.

¡Qué oportuno!, pensará. Precisamente, decidió hacer este Camino para desconectar y descansar del estrés de la vida diaria, disfrutando de unos días de vacaciones pagadas.

Artículo 24 de la D. U. de los Derechos Humanos

Esto que nos parece tan obvio no lo es para una significativa parte de la humanidad, ni lo ha sido siempre en la historia, sino que es un derecho que se reconoció oficialmente en el siglo pasado gracias a los movimientos reivindicativos sociales. Y sin embargo, todas las tradiciones religiosas del mundo han reclamado el descanso como algo necesario para la vida humana.

Pero lo que puede parecer una verdad evidente para algunos no es un hecho universalmente aceptado, ni lo ha sido siempre a lo largo de la historia. El derecho al descanso acaba de ser reconocido oficialmente como tal, tras muchas luchas, en fecha tan reciente como el siglo XX. Sin embargo, todas las tradiciones religiosas del mundo han afirmado históricamente la necesidad humana del reposo.

En el judaísmo, el derecho al descanso está profundamente arraigado en la observancia del Shabat, el día de descanso semanal ordenado en el Levítico. El cuarto mandamiento es bastante explícito: «Acuérdate del día de reposo para santificarlo».

La Torá afirma: «Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es sábado para el Señor, tu Dios» (Éxodo 20, 8-10).

Las instrucciones específicas que regulan el Shabat (como la prohibición de trabajar y el fomento de las actividades familiares y comunitarias) están pensadas para crear un espacio apartado de las presiones de la vida cotidiana.

El domingo

El cristianismo trasladó el día de descanso semanal del sábado al domingo, en conmemoración de la resurrección de Jesús. Aunque Jesús no estableció explícitamente un «derecho al descanso», algunas de sus enseñanzas subrayan la importancia del descanso y la restauración.

En Marcos 6, 31, Jesús invita a sus discípulos a descansar. «Venid, venid a un lugar apartado a descansar durante un tiempo». En Mateo 11, 28 ofrece descanso a los que están agobiados. «Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os aliviaré».

Hacer del domingo un día de descanso y culto significó un cambio en el equilibrio entre el trabajo y la vida espiritual. Esta tradición ha influido en la normativa laboral de numerosos países occidentales, que han designado el domingo como día oficial de descanso, subrayando la necesidad de tiempo libre para el bienestar integral.

El Tawazun

Aunque no se especifica un día de descanso semanal, los principios islámicos hacen hincapié en la importancia del equilibrio entre la vida laboral y personal.

El concepto de tawazun (traducible como «equilibrio») y las enseñanzas del profeta Mahoma promueven un enfoque holístico del bienestar que incluye un descanso adecuado. Las cinco oraciones diarias, distribuidas a lo largo del día, proporcionan pausas naturales (y necesarias) que permiten a los creyentes descansar y reunir sus fuerzas psíquicas y espirituales.

Además, las enseñanzas islámicas prohíben la explotación laboral y exigen que los trabajadores reciban un trato justo, con tiempo suficiente para el descanso y el esparcimiento. Esta perspectiva ha influido en la promoción de unas condiciones de trabajo justas y en el reconocimiento del descanso como componente esencial de la dignidad humana y la justicia social.

Samatha

Aunque el budismo no define explícitamente el «derecho al descanso», sus prácticas y enseñanzas sí subrayan la importancia del descanso para el bienestar físico, mental y espiritual. El Noble Sendero Óctuple, pilar fundamental del budismo, incluye los conceptos de “esfuerzo adecuado” y “atención plena”, uno al lado del otro, que promueven un equilibrio entre actividad y descanso.

La meditación y el concepto de samatha (quietud mental, o simplemente “calma”) son esenciales para alcanzar un estado de tranquilidad y claridad psicológica, lo que implica la necesidad de un reposo adecuado.

La importancia del descanso en el budismo se ejemplifica con la práctica de retiros espirituales, que permiten a los practicantes dedicarse a la meditación y el reposo, fomentando así la renovación espiritual y mental. Estos principios han influido en la comprensión del descanso como una necesidad para la salud integral y el bienestar.

La tradición hindú, con su rica herencia espiritual, también concede un gran valor al descanso como componente esencial de un estilo de vida equilibrado. El yoga y la meditación ocupan un lugar central en la vida hindú y ofrecen distintos métodos para liberar tensiones y lograr la relajación.

Las festividades religiosas, las fiestas y los días de observancia espiritual ofrecen oportunidades para el descanso y la reflexión, subrayando así la importancia de desvincularse de las actividades mundanas. Las grandes tradiciones religiosas y culturales del mundo han desempeñado un papel fundamental en la conceptualización del derecho al descanso. Todas estas tradiciones subrayan la importancia del descanso para alcanzar el bienestar general.

Estas enseñanzas y prácticas han influido significativamente en el reconocimiento del descanso como un derecho humano fundamental, esencial para el mantenimiento de la dignidad, la salud y la justicia social. En una era de globalización acelerada y avances tecnológicos incesantes, el derecho al descanso sigue siendo un principio fundamental para la construcción de sociedades justas y equilibradas.

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