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El primer astrónomo de América y la ruta jesuitica

En la vasta historia de la ciencia, algunos nombres brillan con una luz particular, aunque a menudo permanezcan en la penumbra del olvido popular. Uno de estos nombres es el del astrónomo y sacerdote jesuita Buenaventura Suárez, cuya labor científica dejó una marca indeleble en el estudio de los astros y la medición del tiempo.

Nacido el 3 de septiembre de 1679 (aunque algunas fuentes sugieren el 14 de julio del mismo año) en la actual Argentina, Buenaventura Suárez ingresó en la Compañía de Jesús a la edad de 16 años. Después de completar sus estudios en la Universidad de Córdoba, se unió a la misión evangelizadora de la Compañía en el Paraguay, en las misiones que hoy componen la Ruta Jesuítica, donde combinó su labor religiosa con la fascinante exploración del cosmos.

Jesuit Route of Paraguay

Pionero de la Astronomía en el Hemisferio Sur

Más allá de su apostolado, Buenaventura Suárez pasó a la historia por ser el primer astrónomo del hemisferio sur en realizar observaciones sistemáticas de la bóveda celeste. A pesar de contar con recursos limitados, construyó su propio observatorio en la selva paraguaya, utilizando materiales simples pero efectivos como cañas, madera y cristales de roca.

Con la ayuda de asistentes guaraníes, Suárez montó telescopios rudimentarios pero funcionales, con los que realizó observaciones detalladas de los movimientos de los planetas, los eclipses solares y lunares, y otros fenómenos celestes. Sus estudios llamaron la atención de científicos europeos, que reconocieron la importancia de sus contribuciones para comprender el universo. Se carteaba con gigantes de la ciencia como L’Isle y Koegler.

Un legado científico

Ruta jesuitica del Paraguay
Lunario de Buenaventura Suárez, edición de 1752.

Además de sus investigaciones astronómicas, Buenaventura Suárez también fue un consumado científico y matemático. Elaboró mapas detallados de la región, fabricó globos terráqueos y celestes, y desarrolló pronósticos meteorológicos precisos. Su meticulosa labor culminó en la creación de un Lunario de un siglo, que detallaba con asombrosa precisión los movimientos del sol y la luna entre 1740 y 1840.

Su legado científico trascendió las fronteras de su tiempo y continúa siendo objeto de estudio y admiración en la actualidad. A pesar de su muerte en 1750, a la edad de 70 años, sus contribuciones perduran como testimonio del poder del conocimiento y la curiosidad humana.

En conclusión, Buenaventura Suárez fue mucho más que un sacerdote jesuita. Fue un visionario que desafió los límites del conocimiento y exploró los misterios del universo desde la selva sudamericana. Su vida y obra son un recordatorio de la capacidad del ser humano para trascender las circunstancias y alcanzar las estrellas con el poder de la mente y el espíritu.

La misión de San Cosme y San Damián, en la Ruta Jesuítica del Paraguay, acoge una exposición permanente sobre la obra y los descubrimientos de Buenaventura Suárez.

Buenaventura Suárez Interpretation Center

Entrada también disponible en: English Italiano

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