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El santo que dio nombre a la isla que… ¿no existe?

Un marino, sobre todo si es canario, te dirá que la isla de San Borondón existe. Aparece  y desaparece en el mar, e incluso las luces parpadean en su superficie. Muchos aseguran haberla visto, aunque nadie haya puesto pie oficialmente en su orilla más allá de testimonios imposibles de probar. 

En varias cartografías medievales, como las de Ebstorf o Beccario, e incluso en documentos del siglo XVIII, se localiza a la famosa San Borondón junto a las islas Canarias. Hoy se la supone un espejismo originado por los vientos cálidos sobre el océano Atlántico. 

Pero no es un simple mito de lobos de mar. Su origen es mucho más misterioso e interesante, pues está relacionado probablemente con la peregrinación más increíble de la que jamás se haya tenido noticia: La ida (y vuelta) de un santo navegante al Paraíso.

San Brandán el Navegante

Brandán (Brendan) de Clonfert es uno de los doce apóstoles de Irlanda, esa generación de santos evangelizadores que recorrió el mundo conocido y llevó el cristianismo hasta sus confines, entre los siglos VI y VIII. Hoy, una bella ruta de peregrinación en el Condado de Cork, Cosán Na Naomh, recorre el camino desde la bahía de Ventry hasta el Monte de san Brandon (o sea, Brandrán), en su honor.

Santos, monasterios y peregrinaciones: el legado celta en Europa

Pero san Brandán es conocido por un dato curioso de su vida: en un determinado momento, según la tradición, se hizo a la mar con una docena de frailes para buscar la Tierra Prometida de los Santos, tal y como narra el immram (cuento tradicional cristiano irlandés) Navigatio Sancti Brendani Abbatis, fechado en el siglo X. 

En este mítico relato, Brandán se hizo a la mar confiando en las palabras de san Barvitus, quien le habló de cómo llegar a la isla del Paraíso (una cristianización de Tír na nÓg, la isla de la vida eterna según la mitología celta). 

La isla misteriosa

Durante siete años a bordo de un escuálido curragh hecho con pieles de animales, nuestro santo peregrinó a través de los mares. Como cabe esperar de cualquier relato épico marinero, Brandán y sus compañeros se enfrentan a todo tipo de peligros.

Por ejemplo, al llegar a una pequeña isla el Domingo de Pascua, celebran misa. Todo va bien hasta que la “isla” se despierta. Pronto se dan cuenta de que se han subido a lomos de un monstruo marino y deben huir a toda velocidad.

Según la epopeya, Brandán descubrió el paraíso en algún lugar del océano Atlántico en el año 512 de la era cristiana. Él y sus compañeros monjes pasaron quince días en la isla, celebrando misa y disfrutando de su exuberante vegetación, abundante vida salvaje y sol perpetuo. Los santos reunidos allí saludaron a la tripulación y les enviaron de vuelta para que contaran a todo el mundo la buena noticia: que el paraíso existe de verdad. A continuación, la isla desapareció tras una espesa niebla.

La leyenda de Brandán el Navegante fue famosísima en la Edad Media, y su texto copiado y versionado muchas veces. Se ha localizado la famosa isla desde las Feroes hasta casi el ecuador, aunque fue en Canarias, puerto de partida a las Américas, donde la leyenda pervivió hasta la actualidad.

El Brandán “real” evangelizó Irlanda y Escocia, y aunque el calendario actual no le recuerda, su fiesta es el 16 de mayo. Es el santo patrón de los barqueros, marineros, viajeros, aventureros ancianos, ballenas, de la Armada de los Estados Unidos, y también del piragüismo.

¿Mito o realidad?

Muchos han intentado ubicar la isla legendaria, sin éxito. El intento más notable fue el del arquitecto italiano Leonardo Torriani, quien comisionado por el emperador español Felipe II, visitó las islas Canarias en 1584-1588 para aconsejar la mejora de sus fortificaciones. Este cartógrafo la describió en base a los testimonios de marinos que habían afirmado haberla visto y pisado, pero nunca comprobó personalmente la veracidad de su informe.

Tampoco la encontró en los años 70, el explorador británico Tim Severin, famoso por haber recreado el viaje de Marco Polo, decidió hacerse a la mar para revivir el viaje de San Brendan, con una reconstrucción de un bote de madera y cuero similar al que el santo habría utilizado. 

Durante 13 meses recorrió las Hébridas, las Feroe e Islandia, hasta llegar a Terranova, demostrando que el viaje era factible y que muchos de los lugares descritos en la Navigatio se parecían a los encontrados por él. Esta es la razón por la que algunos expertos opinan que la “tierra prometida” podría haber sido América, y san Brandán el primero en poner el pie en ella. 

Imposible ir más allá en la comprobación científica, pero el mítico viaje sigue inspirando, ayer como hoy, a navegantes como Magallanes, escritores como Tolkien e incluso música clásica (el Brendan Voyage de Shaun Davey) y videojuegos como Assassins Creed: Valhalla.

 

Passport to Ireland’s Medieval Pilgrim Trails

 

Entrada también disponible en: English Italiano

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