Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

Elías Valiña, el hombre de la flecha amarilla

Un cura excéntrico a bordo de un viejo Citroën, con varios botes de pintura sobrante de señalizar obras viarias y una brocha, dando vueltas por todo el norte de España. Eso debió pensar la patrulla de la Guardia Civil que le detuvo en los años 80 en un pueblecito de los Pirineos, y a los que respondió ingenuamente, cuando le interrogaron, que preparaba “una gran invasión desde Francia”. Pero no era un loco, era el hombre visionario y lleno de esperanza al que el Camino de Santiago le debe uno de sus símbolos más reconocibles: la flecha amarilla.

Elías Valiña Sampedro fue un sacerdote e investigador español nacido el 1 de febrero de 1929 en una aldea del municipio de Sarria, lugar profundamente relacionado con el Camino. Falleció el 11 de diciembre de 1989 en el Hospital de Calde (Lugo). Fue párroco de O Cebreiro, en la entrada del Camino Francés en Galicia, desde su ordenación el 21 de septiembre de 1957 hasta su muerte. Allí, en la iglesia de Santa María, está enterrado su cuerpo.

Seguramente, ser párroco de esta iglesia marcó su vida. Porque este lugar tiene un impactante significado: fue una de las primeras hospederías para peregrinos construida en el Camino de Santiago, en el siglo IX, y confiada a la orden del Cluny por el rey Alfonso VI dos siglos después. Aquí tuvo lugar un milagro que conmocionó a su época, pues el pan y el vino se convirtieron en carne y sangre reales en manos de un monje escéptico. Tal fue la conmoción que los mismísimos Reyes Católicos visitaron el lugar. Pero esa es otra historia que merece ser contada con más detalle en otro artículo.

Un camino olvidado

Desde el final de la segunda Guerra Mundial, quien sabe por qué, Santiago de Compostela volvía a ser interesante para expertos y estudiosos. Pero el Camino de Santiago hacía siglos que se había olvidado en gran parte, o que había sido invadido por parcelas, embalses y carreteras. Y aquí es donde sobresale la genialidad de nuestro sacerdote, muy consciente del gran tesoro que tenía entre manos, como explica Manuel Garrido en El Camino de Santiago: Doce siglos de historia.

Se doctoró en 1965 por la Universidad Pontificia de Salamanca con una tesis sobre el Camino de Santiago, que recibió reconocimiento y el Premio Antonio de Nebrija del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1967. Pero hizo aún más. Empezó por señalizar físicamente con su famosa “flecha amarilla”, ayudado por voluntarios, el trazado del Camino Francés, desde Villafranca del Bierzo, y convenció a las autoridades para que le apoyaran. Y también elaboró guías para orientar a los peregrinos, siendo la primera de ellas, Camino a Compostela, publicada en 1971, seguida por la famosa Guía Roja (Camino de Santiago: Guía del Peregrino) en 1985.

Y, muy consciente de que peregrinar es encontrar personas, también destacó como promotor cultural, animador y defensor de los intereses de la zona de O Cebreiro. Su trabajo fue fundamental en la revitalización de este lugar histórico y en la promoción del Camino como fenómeno de masas. A lo largo de su vida, se destacó por su lucha contra las injusticias y su compromiso con el bienestar de la comunidad, abogando por la educación, el acceso al agua corriente y la electricidad, y el desarrollo de las infraestructuras en la región.

Fue un defensor activo del Camino en el ámbito político y social, hasta el punto de que fue nombrado comisario del Camino de Santiago. En este rol, impulsó la creación del Boletín del Camino de Santiago, una publicación periódica que documentaba la vida del Camino y contribuía a la sensibilización sobre su importancia. El boletín se publicó desde julio de 1985 hasta agosto de 1987. En 1987, un equipo coordinado por él promovía la red de albergues para peregrinos en el Camino Francés. Ese mismo año, el Consejo de Europa lo reconocía como primer Itinerario Cultural Europeo.

Elías Valiña falleció en 1989, viendo desde lejos la “invasión” que se produciría en el tercer milenio: En 2023, la cifra de peregrinos se acerca vertiginosamente al medio millón anual, frente a los apenas 5.000 peregrinos de 1990. Y estamos solo al principio.

 

Entrada también disponible en: English Italiano

Deje un comentario