Los estilos de vida sedentarios y estresantes se han convertido en la norma. Pero hay formas sencillas, baratas y sostenibles de recuperar nuestro bienestar físico y mental. Una de ellas es peregrinar.
Ya sea por motivos culturales o religiosos (o incluso como forma de hacer una pausa radical en la vida cotidiana), esta actividad, aparentemente sencilla, puede convertir el acto de caminar en una experiencia rejuvenecedora y motivadora. Y si decides compartir la experiencia con un grupo de amigos, los beneficios pueden ser aún mayores.
El fenómeno de caminar en grupo o «social walking»
El social walking, o caminar con otras personas, es una tendencia de bienestar cada vez más popular. No se trata de una moda pasajera, porque este fenómeno está respaldado por sólidos datos científicos. Un estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine reveló que hacer ejercicio en grupo puede reducir significativamente los niveles de estrés y mejorar la calidad de vida en general de forma más eficaz que el ejercicio individual.
¿Por qué caminar juntos es tan poderoso? La respuesta está en nuestra naturaleza social y en el modo en que el cerebro humano responde positivamente a las interacciones con los demás.
La felicidad (también) es una cuestión de química
Cuando caminamos con otras personas, nuestro cuerpo libera muchas hormonas beneficiosas. Las endorfinas, las famosas hormonas del bienestar, se producen principalmente durante la actividad física, pero también como resultado de una interacción social agradable. Al mismo tiempo, disminuyen los niveles de cortisol (la famosa hormona del estrés).
Además, la combinación de ejercicio y socialización libera serotonina y dopamina, neurotransmisores asociados al placer y la motivación. Este cóctel químico natural crea una sensación de euforia y satisfacción que nos empuja a querer repetir la experiencia, creando así un círculo virtuoso.
Step into a healthier life: The physical power of pilgrimage
El efecto contagio de la motivación
Como un virus benévolo, la motivación puede ser contagiosa. Cuando nos unimos a un grupo de peregrinos, ya sean amigos de toda la vida o nuevos conocidos, entramos en contacto con diferentes sensibilidades, energías, actitudes e incluso culturas.
La investigación psicológica social ha demostrado que tendemos a absorber los estados de ánimo y los comportamientos de quienes nos rodean. Un artículo publicado en el Journal of Personality and Social Psychology muestra que las emociones positivas se propagan a través de las redes sociales, influyendo positivamente hasta en tres grados de mejora. Un solo miembro del grupo, cuando está debidamente motivado, puede desencadenar una reacción en cadena, inspirando a todo el grupo.
Superar juntos los obstáculos
Uno de los mayores obstáculos durante las peregrinaciones es la tentación de abandonar. Encontrar excusas para abandonar es relativamente fácil cuando estamos solos. Pero cuando nos espera un grupo, la dinámica cambia por completo.
El sentido de la responsabilidad se convierte en un poderoso motivador. No queremos defraudar a nuestros compañeros, y esta presión positiva nos empuja a cumplir nuestros compromisos. Además, la presencia de otros puede hacer más llevaderos los días de mal tiempo o las rutas difíciles, convirtiendo los posibles obstáculos en retos compartidos más fáciles de superar.
La diversidad es la fuerza
Un aspecto interesante de caminar en grupo es la oportunidad de interactuar con personas diferentes. Cada persona aporta al grupo un conjunto único de experiencias y perspectivas. Esta diversidad no sólo enriquece las conversaciones durante la marcha, sino que también puede abrir nuevos horizontes y estimular el crecimiento personal.
Un estudio de la Universidad de Harvard demostró que la exposición a diferentes perspectivas puede aumentar la creatividad y la capacidad de resolver problemas. De hecho, podemos encontrar nuevas soluciones a nuestros problemas cotidianos simplemente hablando con nuestros compañeros peregrinos.
El poder del apoyo mutuo
En un grupo de peregrinos se desarrolla de forma natural un sistema de apoyo mutuo. En momentos de dificultad, ya sea física o emocional, tener gente a nuestro lado puede marcar la diferencia entre rendirse y perseverar.
Este apoyo va más allá de caminar juntos hacia una meta. A menudo, los peregrinos que caminan juntos se convierten en verdaderos amigos. Estas relaciones no terminan cuando acaba la peregrinación, y acaban creando verdaderas redes de apoyo mutuo.
Un paso a la vez hacia una vida mejor
En un mundo que a menudo nos empuja al aislamiento y la competición, redescubrir la alegría de caminar juntos es una revolución silenciosa pero poderosa. Es una cuestión de salud física, sí, pero también de volver a conectar con nosotros mismos, con nuestro interior, con los demás y con la naturaleza que nos rodea.
Tanto si uno se une a un grupo ya existente, como si empezamos uno nuevo con amigos o compañeros, lo importante es dar el primer paso. El camino hacia una vida más sana, feliz y plena puede estar justo delante de nuestra puerta, esperando a que lo recorramos con otros.