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La sorprendente iglesia del Grial que mana agua

En esta iglesia románica de más de mil años, el agua brota de los muros y entra por la escalera, y por un ingenioso sistema de canales, vuelve a salir al exterior. Es como si el río literalmente entrara y saliera de la iglesia. Entrar en silencio y meditar en ella con el sonido del agua de fondo es una experiencia inolvidable.

 

Pero no parece que fuese un error de cálculo de los ingenieros de la época: Los cimientos, contrariamente a lo habitual, no son de piedra sino de madera de sabina. Un tipo de madera que mantiene su consistencia mientras esté en contacto con el agua. Bastaría que el agua dejara de manar para que el edificio se derrumbara.

Hablamos de San Adrián de Sásabe, una bella iglesia construida en la confluencia de dos barrancos de montaña, en un valle perdido de los Pirineos. Es lo que queda, según los expertos, de todo un complejo monástico de la época visigótica, hoy desaparecido. A pesar de que durante siglos fue olvidada y casi sepultada por los detritos, este lugar fue muy importante en la Alta Edad Media española. Aquí se habría escondido y custodiado el Santo Grial durante casi doscientos años.

 

San Adrian de Sasabe church

 

Por valles escondidos

El rastro del Grial es evidente desde el primer testimonio escrito conservado hasta hoy: Hay dos cartas del rey Martín el Humano, fechadas en 1399, en las que reclama el Cáliz al prior de San Juan de la Peña, para llevárselo a Zaragoza. Antes de eso, los historiadores reconstruyen el “viaje” del Grial en base a otros documentos y tradiciones orales. 

Según éstos, al llegar los musulmanes a la Península en el año 711, el Grial fue sacado de Huesca y escondido en varios lugares del Pirineo. Desde entonces y durante unos cuatrocientos años, los obispos no tuvieron una sede fija, sino que se trasladaban de un valle a otro por motivos de seguridad. Llevando consigo, por supuesto, la preciosa Copa.

Sásabe fue el lugar en el que más tiempo residió el Grial durante los oscuros tiempos de las “aceifas” y las guerras de frontera. El monasterio se convirtió en la sede de los obispos de Huesca, hasta el punto de que hoy sigue existiendo como sede episcopal titular o histórica (o sea, existe a día de hoy un obispo de Sásabe, aunque obviamente no reside allí). 

Camino del Santo Grial
El agua entra en san Adrián de Sásabe por las escaleras

El Camino del Santo Grial quiere conectar hoy estos lugares, siguiendo el recorrido del Grial desde Huesca hasta Valencia: la Ermita de Yebra de Basa, san Fructuoso de Bailo, santa Cruz de Serós, san Juan de la Peña o san Pedro de Siresa bien merecen una visita.

Pero ¿y el agua?

A pesar de todo, el misterio de por qué se construyó este templo en un lugar tan poco recomendable sigue sin explicación. ¿Hierofanías? ¿Ritos iniciáticos relacionados con el agua? No parece muy convincente que un monasterio de la orden del Cluny en el que residían los obispos incorporara rituales paganos de tipo celta, como algunos sugieren.

El imprescindible estudio de Antonio García Omedes en Románico Aragonés apunta a varias hipótesis, entre ellas dos interesantes. Por un lado, la iglesia podría prefigurar el agua que brotaba de la Casa de Dios en la visión del profeta Ezequiel.

El hombre me hizo volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur del altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho. (Ez 47, 1)

 

Esta visión quería transmitir esperanza: después de la primera destrucción del Templo de Jerusalén y la deportación de sus habitantes, Ezequiel tiene la visión de un nuevo Templo que mana agua y que vuelve a dar vida donde solo quedan ruinas. Muy apropiado para la situación que se vivía en España en esos momentos. Muy apocalíptico.

Liébana, el valle inaccesible donde se dibujó el Apocalipsis

Por otro lado, el agua podría tener que ver con el propio santo titular del monasterio, Adrián o Adriano de Nicomedia. Fue un santo mártir de las persecuciones romanas que, junto con su esposa Natalia, recibió una intensa veneración entre los cristianos mozárabes.

Este santo, hijo de un césar y soldado, murió brutalmente descuartizado en presencia de su esposa. Pero su fama se debía sobre todo a la leyenda según la cual se apareció caminando sobre el agua para guiar y proteger la nave en la que Natalia huía con las reliquias del cuerpo de su marido. La iglesia que permanece sobre el agua es una preciosa imagen que recuerda el supuesto milagro.

Sea cual sea la explicación, vale la pena llegar a este pequeño enclave de los valles pirenaicos occidentales, junto al pueblo de Borau, y sumergirse en la paz, belleza y armonía que transmite esta extraordinaria combinación de cielo, piedra y agua.

 

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