En el corazón de Xi’an, donde antaño latía la Ruta de la Seda con el ir y venir de comerciantes, sabios y viajeros, se alza uno de los templos religiosos más extraordinarios de China: la Gran Mezquita de Xi’an. Esta joya de la arquitectura sino-islámica es una de las mezquitas más antiguas y mejor conservadas del país, y representa la larga presencia del islam en Asia Oriental.
A diferencia de las cúpulas y minaretes característicos de la arquitectura islámica, la Gran Mezquita adopta la estética de un templo tradicional chino, fusionando con armonía dos tradiciones culturales en una expresión arquitectónica singular.
La llegada del islam a China
El islam llegó a China en el siglo VII, durante la dinastía Tang, principalmente a través de comerciantes árabes y persas que recorrían la Ruta de la Seda. El primer contacto registrado entre China y el mundo islámico tuvo lugar alrededor del año 651, cuando el tercer califa, Uthman ibn Affan, envió un emisario a la corte imperial Tang.
Con el tiempo, comunidades musulmanas se establecieron en importantes centros comerciales, como Xi’an – entonces conocida como Chang’an, capital del imperio Tang y una de las ciudades más grandes del mundo.
Bajo la dinastía Yuan (1271–1368), fundada por los mongoles, el islam experimentó un auge, ya que muchos musulmanes de Asia Central llegaron a China como administradores, artesanos y oficiales. De ese intercambio cultural surgió el pueblo hui, una comunidad musulmana de lengua china que integró elementos islámicos con la identidad cultural del país.

Una mezquita sin igual en el mundo
La Gran Mezquita de Xi’an fue fundada en el año 742, en tiempos de la dinastía Tang, aunque gran parte de su estructura actual corresponde a épocas posteriores, especialmente a los periodos Ming (1368–1644) y Qing.
A diferencia de las mezquitas de Oriente Medio o Asia Central, no cuenta con cúpulas ni altos minaretes. Su diseño sigue los principios de la arquitectura clásica china: pabellones de madera, tejados curvos de teja y patios cerrados que recuerdan a los templos budistas y confucianos.
A lo largo de los siglos, la mezquita fue ampliada y restaurada en varias ocasiones, convirtiéndose hoy en un testimonio vivo de la permanencia del islam en China y de sus antiguos vínculos con el mundo musulmán.
Una fusión entre dos mundos

La Gran Mezquita de Xi’an es un ejemplo impresionante de cómo la funcionalidad religiosa islámica puede integrarse con la estética tradicional china. El complejo ocupa más de 12.000 metros cuadrados y se organiza a lo largo de un eje central, como los antiguos palacios y templos chinos. Los visitantes atraviesan varios patios adornados con grabados en piedra, inscripciones en madera y caligrafía en árabe y en chino.
Uno de los espacios más singulares es el Salón de Oración, el único edificio que sigue las directrices espaciales del islam. Aunque su fachada parece la de un templo chino, su interior está orientado hacia el oeste, en dirección a La Meca. El salón puede acoger hasta 1.000 fieles y está decorado con versículos del Corán, paneles de madera tallada y motivos tradicionales chinos, una muestra clara de la fusión armoniosa entre ambas culturas.
En la entrada destaca el Pabellón del Fénix, una estructura de varios niveles que funciona como minarete, aunque con el aspecto de una pagoda. En lugar de convocar a la oración mediante altavoces, como en otras partes del mundo islámico, en Xi’an la llamada se realiza de forma privada en el interior de la mezquita.

Un símbolo de permanencia
La Gran Mezquita de Xi’an es un poderoso símbolo de las raíces profundas del islam en China y del diálogo centenario entre las civilizaciones china y musulmana. Representa una época de tolerancia religiosa, en la que diferentes creencias convivían e influían mutuamente. Además, recuerda la importancia de la Ruta de la Seda como puente entre Asia Oriental y el mundo islámico, favoreciendo el comercio, la diplomacia y el intercambio de ideas.
Hoy en día, la mezquita sigue siendo un lugar activo de culto para la comunidad musulmana hui de Xi’an, además de atraer a miles de visitantes – musulmanes y no musulmanes – que buscan admirar su historia y su arquitectura única.
La Gran Mezquita de Xi’an es uno de los monumentos históricos más notables de China. Es testigo de la antigua presencia del islam en Asia Oriental y un ejemplo vivo de adaptación cultural, fusión artística y resiliencia espiritual. Para quienes visitan Xi’an, ofrece una ventana al legado islámico del país y una muestra profunda de cómo distintas civilizaciones pueden entrelazar sus tradiciones artísticas y espirituales para crear algo verdaderamente singular.